El magnate norteamericano Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca, tras vencer a la demócrata Kamala Harris en las elecciones de EE.UU, alcanzando de acuerdo a las proyecciones 276 delegados y el 51 % del voto popular que en este sistema no cuenta.
Este regreso marca un nuevo capítulo para el exmandatario, quien ya ocupó el cargo desde 2017 hasta 2021. Su campaña se caracterizó por un fuerte enfoque en la retórica antiinmigrante, un tema que ha resonó en muchos de sus seguidores.
En 2016, Trump sorprendió al país al derrotar a la candidata demócrata Hillary Clinton, convirtiéndose en el primer presidente sin experiencia política o militar previa. Su llegada al poder estuvo respaldada en gran parte por un electorado compuesto por hombres blancos mayores de 40 años que, aunque menos educados, encontraron en él una voz que representaba sus inquietudes y frustraciones.
Durante su mandato anterior, Trump enfrentó una serie de controversias, incluyendo acusaciones de vínculos con Rusia, las cuales siempre negó. Sin embargo, investigaciones posteriores confirmaron que hubo intentos de interferencia por parte de Rusia para favorecer su elección. A pesar de estos desafíos, Trump se mantuvo firme y atrajo a un núcleo leal de votantes.
El retorno de Trump a la presidencia plantea interrogantes sobre su enfoque hacia la política interior y exterior. Con la intensificación de los debates sobre inmigración y seguridad nacional, muchos anticipan que su administración reintegrará las políticas controversiales que caracterizaron su primer mandato.
Ahora le toca enfrentar una situación inédita en la historia política de Estados Unidos: el expresidente lleva sobre sus hombros una serie de condenas judiciales graves que lo señalan por delitos que van desde la falsificación de registros empresariales hasta la interferencia electoral.