De la sensación a la realidad de la inseguridad en Ciénaga. Ya no son alarmas o alertas las que suenan, son — eso sí — evidentes hechos repetitivos que tienen consternada a la comunidad cienaguera.
A la orden del día están los atentados por acciones sicariales, los atracos callejeros, el robo a entidades bancarias y comercios, los asesinatos y hechos que enlutan familias.
Así las cosas, ya la «mal llamada percepción de inseguridad» dejó de ser un simulacro en el reporte cotidiano para las autoridades, y se convirtió — evidentemente — en una cruda realidad que parece no dar tregua. La inseguridad campea en Ciénaga, Magdalena.
Ciertamente, después de las 8:00 de la noche es mejor quedarse en casa porque los caminos y rutas — hacia cualquier lugar — asustan, porque pareciera que el anochecer es de un pueblo fantasma.
Precisamente, en la noche del día domingo recorrí, en compañía de un viejo amigo y colega comunicador, varios sectores aledaños al centro histórico y el entorno de la playa para percibir el ambiente social: muchos negocios de comidas abiertos pero desocupados y otros tantos con poco público de comensales, etcétera.
Y nuestra conclusión fue «Ciénaga se siente sola». Hay que notar — también — que en el breve recorrido en motocicleta encontramos un retén patrulla de la Policía, y fuimos requeridos por los uniformados para verificar la identificación. Eso resulta normal en el cumplimiento del deber institucional y ciudadano. No obstante, es de considerar que la presencia y el control policial deberían ser mucho mayores.
¿Qué deben hacer las autoridades administrativas y de seguridad? ¿Cuál es la estrategia que pueda evidenciar la tranquilidad ciudadana basada en resultados? ¿Qué espera y cómo debe actuar la comunidad ante esa cruda realidad que intranquiliza a todos?
Es potestad de quienes compete. Ciénaga no puede estar a merced de la criminalidad, la delincuencia y la inseguridad. Hay que seguir muy atentos al acontecer.