En un acto que simboliza el respaldo firme y decidido de Colombia a la causa palestina, la canciller Laura Sarabia posesionó oficialmente a Jorge Iván Ospina como embajador en el Estado de Palestina. La ceremonia, cargada de simbolismo y significado político, marca un nuevo capítulo en las relaciones diplomáticas entre ambos pueblos, con la defensa de la vida y la dignidad humana como ejes centrales.

Con esta designación, Colombia reafirma su soberanía y coherencia en materia de política exterior, manteniendo su compromiso con una diplomacia orientada hacia la paz, los derechos humanos y la justicia internacional. “El nombramiento del embajador Jorge Iván Ospina representa una expresión concreta de nuestro compromiso con la paz mundial y la defensa de los pueblos que han sido históricamente vulnerados. Colombia no es indiferente al dolor del pueblo palestino”, destacó la canciller Sarabia.

Ospina, médico de profesión y dos veces alcalde de Cali, asume esta nueva responsabilidad en un contexto internacional marcado por la violencia contra la población civil palestina. Su perfil, profundamente ligado a la defensa de la vida y los derechos fundamentales, responde al mensaje que el Gobierno del Cambio quiere proyectar en su política internacional: solidaridad activa y rechazo categórico a toda forma de violencia.

El embajador llevará adelante una agenda diplomática y cultural ambiciosa que incluirá intercambios académicos, promoción del arte colombiano y espacios de diálogo entre las juventudes palestina y colombiana. Estos esfuerzos buscan construir puentes de entendimiento y fortalecer los lazos de amistad entre ambos pueblos.

Además de los objetivos políticos y culturales, Ospina priorizará la protección de la población civil, en especial de los niños afectados por el conflicto, llevando la voz del pueblo colombiano como un gesto de humanidad frente al sufrimiento.

La formalización de la misión diplomática en Palestina constituye un paso firme en el reconocimiento del Estado Palestino por parte de Colombia y consolida una relación bilateral que se enfoca en valores compartidos como la dignidad, la equidad y la soberanía.

Con esta decisión, el Gobierno colombiano reafirma su lugar en la escena internacional como defensor del derecho a la vida, la autodeterminación de los pueblos y la construcción de un mundo más justo y en paz.