La Iglesia católica ha elegido como nuevo papa al cardenal Robert Francis Prevost, quien tomará el nombre de León XIV. Con esta decisión histórica, se convierte en el primer pontífice oriundo de Norteamérica, marcando un giro geográfico y simbólico en el rumbo del Vaticano.
Nacido en Chicago en 1955, Prevost tiene una larga trayectoria pastoral y académica. Ingresó a la Orden de San Agustín en 1977, fue ordenado sacerdote en 1982, y obtuvo un doctorado en derecho canónico en la Universidad Católica de Lovaina. Su vida estuvo marcada por casi dos décadas de misión en Perú, donde fue obispo de Chiclayo.
Prevost ocupaba hasta ahora el cargo de prefecto del Dicasterio para los Obispos, desde donde impulsó nombramientos episcopales con un perfil pastoral y comprometido socialmente, en sintonía con las reformas promovidas por el papa Francisco, de quien fue colaborador cercano.
A sus casi 70 años, León XIV asume el papado en un momento complejo: con una Iglesia que enfrenta tensiones internas, una pérdida de fieles en Europa, y aún golpeada por los escándalos de abusos. Sin embargo, también hereda un catolicismo vibrante en África, Asia y América Latina, regiones que conoce bien.
El nuevo papa ha sido reconocido por su capacidad de diálogo, su enfoque moderado y su deseo de construir puentes entre posturas diversas. “No podemos parar, no podemos retroceder”, expresó recientemente, subrayando su intención de continuar con la transformación eclesial iniciada por su antecesor.
Aunque aún se desconocen los detalles de su línea doctrinal, todo indica que buscará avanzar en el proceso sinodal, profundizar el compromiso social de la Iglesia y renovar su cercanía con los más vulnerables. Su elección abre una etapa de esperanza y renovación para millones de fieles en todo el mundo.